No podemos correr cursas de diferentes distancias con la misma intensidad, obvio. Entonces no podemos entrenar siempre igual. Debemos adaptar nuestro entrenamiento en función de la temporada que hayamos programado: si van a predominar los 10.000, las medias maratones o queremos dar el salto para estrenarnos en alguna ultramaratón.
¿Acaso no puedo correr una ultramaratón con el entrenamiento que llevo a cabo para el 10.000? Hombre, uno es libre de tomar la decisión que quiera. Hay verdaderos “monstruos” que son unos privilegiados de la genética; capaces de hacer su primera ultra con una preparación de última hora y obtener un tiempo envidiable. Pero éstos son unos pocos, normalmente para conseguir buenos resultados, tenemos que trabajárnoslo constantemente durante unos plazos establecidos. Según nuestro nivel y objetivos a alcanzar (siempre exigiéndose a uno mismo lo mejor que pueda dar, pero marcando unas metas reales) seguiremos una programación u otra, pero siempre tendremos que respetar las semanas de entrenamiento que vengan establecidas. Si queremos resultados tenemos que seguir el camino, no hay atajos posibles.
De modo que si tengo pensado estrenarme en una ultra, las habituales series de 400 que trabajamos en el 10.000 y la frecuente intensidad al borde del infarto que aplicamos a la hora de hacer series o cambios de ritmo, tendremos que dejarlas apartadas para darle cabida a tiradas de ritmo suave durante hora y media la sesión.
A priori parece fácil ¿verdad? Pues no lo es tanto cuando estás acostumbrado a ir a tope. En una ultra –y sus previos entrenamientos- tenemos que estar atentos a las pulsaciones. No podemos salir a 180 pulsaciones por minuto si nos quedan por delante 80 km por recorrer. Es más que probable que en este caso acabemos renunciando en el primer avituallamiento sólido (sino antes).
Durante los entrenamientos debemos acostumbrar al cuerpo a carreras continuas a una capacidad del 65-70% de nuestra frecuencia cardiaca máxima (vamos, de lo que vendría a ser nuestro máximo en cuanto a pulsaciones). Personalmente, el primer día que tuve que hacer esto lo pasé fatal. Me costaba horrores ir tan lento. El ir durante hora y media tan por debajo de mi ritmo habitual me causó molestias. Además, psicológicamente se hizo duro ver que en hora y media apenas había recorrido 14 km . Pero poco a poco el cuerpo se fue acostumbrando y la mente también.
No sólo de carrera continua se entrena una ultra. Ultra = montaña = desnivel. De modo que hay que entrenar series, pero en rampas. Buscamos una buena rampa (nos referimos a que tenga una buena inclinación) y empezamos la primera semana con 4 series de un minuto. Otras 4 series de 30 segundos y 4 series más de 15 segundos. ¿Parece poco tiempo? En verdad es una eternidad subir a tope durante un minuto por la rampa.
Gracias a estos detalles, a seguir el entrenamiento que me planificó mi profesor de judo –un estudioso del deporte y así lo demuestra su doctorado-, junto con alguna salida de 40 km , y una adecuada alimentación, se pudo completar una prueba como la Matagalls Montserrat en 13 horas (primera vez que se corrían 85 km ). Lo más parecido que había corrido a una ultra (a pesar de que la MM no se considere una verdadera ultra) fue la maratón de Barcelona.
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